«El sistema universitario lo ha expulsado»
En un acto inesperado de valentía y desesperación, Sara Gómez Lozano, una madre preocupada por la educación de su hijo, ha enviado una carta punzante a la directora de ‘El País’. Con palabras directas y contundentes, Lozano pone sobre la mesa una situación que muchos prefieren ignorar: la brecha en el acceso a la educación superior en España, una situación tan real como doliente.
La reflexión que comienza con el relato de su hijo, quien se enfrenta a un muro invisible pero infranqueable, se convierte en un eco de un problema sistémico. Tras concluir su grado en una universidad pública, el joven necesita continuar con un máster en Formación de Profesorado para avanzar en su carrera. Pero el sistema lo frena, lo empuja, lo margina.
«Tiene una nota media digna, fruto de su esfuerzo y trabajo personal, y se ha quedado fuera de todos los másteres públicos de Andalucía. De todos«, narra Gómez Lozano, con una indignación que trasciende el papel.
Las y los estudiantes, enfrentándose a un destino truncado, deben optar por una educación privada, con costos que oscilan entre los 6.500 y 8.000 euros. Una cifra, no solo prohibitiva para familias medias, sino un boleto de entrada a la exclusión.
Gracias a @el_pais por publicar mi carta. Ojalá sirva para remover alguna conciencia…? pic.twitter.com/zHQDlrI7A5
— Sara Gómez (@SARAGOLO) August 8, 2023
«NOS HA EXPULSADO»
Lozano no se muerde la lengua al declarar que «el sistema universitario lo ha expulsado». «Nos ha expulsado«, insiste, en una frase que resuena como un grito en la oscuridad de un sistema educativo que cierra las puertas a quienes no pueden pagar el precio de la elitización.
La crítica va más allá de una anécdota personal y se convierte en una denuncia a un sistema que deja a las y los jóvenes a la deriva, mientras las universidades privadas disfrutan de «su momento de máxima expansión».
Lozano se enfrenta a una realidad cruda, una que no debería ser tolerada en una sociedad que se precie de justa: «Y las familias estamos a la intemperie, desprotegidas, atónitas o empezando a normalizar algo que hace unos años creíamos imposibles«.
La carta no es simplemente un lamento; es una llamada de atención, una exhortación a mirar la realidad de frente y a actuar. Una sociedad que permite que sus jóvenes sean expulsados de la educación por no poder pagar, está condenando su propio futuro.
En un momento en que la educación debería ser la llave para abrir puertas, parece haberse convertido en un muro que separa a las y los privilegiados de quienes, aunque igualmente capaces y dispuestos, no pueden pagar el precio de la entrada. La carta de Lozano no es solo una crítica; es un recordatorio de que, si no actuamos, el sistema universitario puede estar condenando a una generación entera a la exclusión.
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