No es una cuestión de casos aislados, sino de un modelo de poder basado en el saqueo de los fondos públicos
La exconsellera del PP en el Consell de Mallorca, Pilar Bonet, ha reconocido ante el juez que defraudó dos millones de euros a una compañía aérea durante su etapa como directiva, justificando su conducta en una supuesta «adicción a las compras». Una confesión que llega después de meses de negaciones y que pone de nuevo el foco sobre un partido donde la corrupción no es una excepción, sino un patrón estructural. La respuesta del PP, como es habitual, ha sido la de proteger a los suyos, minimizar el escándalo y tratar de sepultar las críticas bajo una montaña de excusas.
EL DESFALCO MILLONARIO Y LA EXCUSA DE LA ADICCIÓN
Pilar Bonet, que fue consellera de Hacienda y Función Pública en el Consell de Mallorca hasta su dimisión en febrero de 2024, ha admitido finalmente que defraudó dos millones de euros a la filial de handling de una aerolínea. Lo ha hecho ante el juez, alegando que sufría una grave adicción a las compras que la llevó a regalar bienes y servicios a compañeros y personas de su entorno, con cargo a los fondos de la empresa. Un detalle que no deja de ser revelador: no compraba para sí misma, sino para favorecer a su red de contactos y mantener su posición de poder e influencia.
El fraude, según los informes policiales, comenzó al menos en 2011, y las investigaciones han detectado un flujo constante de movimientos bancarios irregulares y dobles facturaciones que implicarían también a varios familiares de Bonet. Sin embargo, pese a la gravedad del escándalo, el PP ha hecho todo lo posible para distanciar el caso de la actividad política de Bonet en el Consell de Mallorca, insistiendo en que los hechos ocurrieron durante su etapa en el sector privado.
El Consell llegó a encargar una revisión de todos los contratos y facturas firmados por Bonet durante su etapa como consellera para asegurarse de que no hubo irregularidades también en la administración pública. Pero la decisión llegó tarde y mal: el daño reputacional ya estaba hecho, y las sospechas sobre la gestión de Bonet al frente de Hacienda siguen sobre la mesa.
La defensa de Bonet ha tratado de construir una narrativa de víctima, enfatizando su «grave trastorno» y su proceso de tratamiento en Projecte Home. Un intento claro de reducir la responsabilidad penal y trasladar el foco hacia una cuestión de salud mental en lugar de corrupción política. Pero los datos son claros: dos millones de euros desaparecidos, facturas falsas y movimientos bancarios irregulares no son síntomas de una enfermedad, sino de un sistema podrido que permite que figuras vinculadas al poder se lucren con total impunidad.
EL PP, UNA MÁQUINA DE CORRUPCIÓN EN SERIE
El caso de Bonet no es una excepción en el PP balear, sino una pieza más en una larga cadena de escándalos de corrupción que afecta a todas las esferas de la administración pública. La lista es larga y vergonzosa:
- Jaume Porsell, exdirector general de Coordinación y Transparencia del Govern balear, fue cesado por explotar de forma irregular un agroturismo.
- Marta Vidal, exconsellera de Vivienda, fue descubierta como administradora única de una sociedad inmobiliaria mientras ocupaba un cargo público, vulnerando el régimen de incompatibilidades.
- Núria Riera, actual portavoz del PP en el Consell de Mallorca, acumula dos cargos públicos y cobra más que el presidente del Gobierno, sin que el partido haya visto problema alguno en esta situación.
El caso Bonet se suma a este goteo constante de casos de corrupción y conflictos de intereses en el PP balear. Y lo más preocupante no es solo el número de escándalos, sino la respuesta del partido: cerrar filas, proteger a los suyos y atacar a quienes denuncian las irregularidades.
En lugar de limpiar las instituciones, el PP y Vox decidieron en esta legislatura cerrar la Oficina Anticorrupción de Balears, eliminando el único organismo público dedicado a investigar y prevenir la corrupción en el archipiélago. No fue una casualidad, sino una decisión política deliberada para evitar que nuevos escándalos salieran a la luz.
No es una cuestión de casos aislados, sino de un modelo de poder basado en el saqueo de los fondos públicos y en la protección de las élites vinculadas al partido. Las palabras de consellers socialistas como Javier de Juan o Carles Bona son esclarecedoras: «No es lo que han robado, es lo que siguen robando y cómo les siguen votando.»
El reconocimiento de Bonet de que defraudó millones para regalar bienes y servicios a personas de su entorno es solo una prueba más de que el PP no gobierna, saquea. Y mientras tanto, la respuesta institucional es siempre la misma: tapar, justificar y proteger. Porque en el PP, el problema no es la corrupción; el problema es que, de vez en cuando, los pillan.
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