¿Tiene alguna importancia el aspecto físico de un profesor o profesora? ¿Y si es docente de Educación Física? Teniendo en cuenta determinadas cuestiones que explico a continuación, podemos considerar que los propios cuerpos de los profesores de Educación Física realizan un trabajo pedagógico y, a su vez, este “trabajo” del cuerpo repercute en los cuerpos de otras personas, incluidos sus alumnos.
Son los propios alumnos, y la sociedad en general, quienes en la mayoría de los casos construyen expectativas en relación al cuerpo ideal para el profesor de Educación Física, otorgándole una responsabilidad de patrón de lo esperado en la que el alumnado se fija y trata de imitar.
Con todo, la centralidad y visibilidad del cuerpo del docente permite aprovechar esta asignatura para explorar cómo los ideales del cuerpo dan forma tanto a la comprensión como a las prácticas en las clases.
Ideales corporales dominantes
Los ideales dominantes sobre el cuerpo pueden tener efectos perjudiciales para la salud de las personas (por ejemplo, estigmatizar a las personas que no entran dentro de lo socialmente establecido o hacernos demasiado sensibles al propio peso y al aspecto corporal), incluidos los niños y los jóvenes.
Una perspectiva centrada en la salud ha inspirado los estudios sobre las iniciativas de promoción de la salud en las escuelas y la participación de los jóvenes en el deporte comunitario. Así, al discurso médico –probablemente uno de los discursos de mayor peso y prestigio– se le ha unido el discurso político y educativo, por medio de la asignatura de Educación Física, lo que permite a los profesores promover prácticas de Educación Física cuyo objetivo es animar a los estudiantes a tomar decisiones saludables con respecto a lo que comen, el ejercicio que hacen y cómo debe ser su cuerpo.
Sin embargo, este planteamiento presupone que los estudiantes tienen la capacidad de tomar las decisiones correctas sobre estilos de vida saludables que reduzcan el riesgo de enfermedad y, en última instancia, que son los únicos responsables de su propio bienestar físico y mental.
¿Qué significa estar sano?
Se trata de un discurso que privilegia las nociones individualistas de la salud y la suposición de que deporte equivale a forma física y esta a su vez a salud. De esta manera, (re)construyen ideas estrechas o limitadas sobre lo que significa ser o estar sano y privilegian y marginan las formas de llegar a ser o estar “sano”.
Al poner el foco en el riesgo, pueden promover el miedo a la mala salud y la necesidad de autovigilancia y responsabilidad individual. Es un enfoque “sanitarista” que puede provocar una especie de tiranía de la salud. Cuando los profesores de Educación Física adoptan y encarnan estos discursos, los alumnos corren el riesgo de aprender implícitamente que los cuerpos delgados y en forma son cuerpos sanos y buenos. Por lo tanto, hay una necesidad de ser más conscientes de este potencial y sus consecuencias para los jóvenes.
Un estudio con alumnado de Primaria
Nuestro estudio profundiza en las percepciones que niños de Educación Primaria, de entre 10 y 12 años, tienen sobre los cuerpos y subjetividades ideales del profesor de Educación Física. Lo hacemos porque creemos que existe una necesidad permanente de comprender cómo se gestionan, organizan y comprenden las opiniones de los niños sobre la educación, los cuerpos sanos y los profesores de Educación Física en los contextos con los que interactúan.
En la investigación empleamos metodologías visuales participativas en forma de dibujos producidos por los participantes para explorar las experiencias de los niños de primaria sobre los cuerpos y subjetividades de los profesores de Educación Física.
El objetivo de este trabajo es, por tanto, comprender mejor cómo los discursos sobre los cuerpos de los profesores de Educación Física, vistos desde la perspectiva de los niños, dan forma a su subjetividad.
El profesor ‘bueno y sano’
Las ideas de los escolares en torno a lo que consideran un buen docente de Educación Física están vinculadas a los discursos dominantes sobre la apariencia, la delgadez y la musculatura. En este sentido, la cultura de consumo juega un papel persuasivo en la sociedad, contribuyendo a la idealización y normalización de cuerpos delgados, en forma, tonificados y juveniles.
Algunos alumnos describen al “mal profesor de Educación Física” en términos de obesidad y vejez. Creen que estos docentes deben evitar estas características porque no constituyen la caracterización ideal de un profesional de la asignatura. Por lo tanto, los participantes valoraban más ciertos tipos de cuerpos que otros (es decir, cuerpos de aspecto atlético, sanos, jóvenes y hábiles).
En conclusión, parece que la credibilidad de los educadores se basa no sólo en tener una buena condición física o una imagen corporal atlética, sino también en ser un modelo “saludable” para los alumnos.
Ideales corporales problemáticos
Estas nociones sugieren que los alumnos comparten una idea común de los ideales corporales de los profesores de Educación Física que está determinada socialmente y claramente arraigada en los valores sociales dominantes.
Principalmente a través de la publicidad y los medios de comunicación, la sociedad construye una imagen corporal ideal relacionada con la delgadez, los cuerpos atléticos y supuestamente sanos, el culto a la juventud y el uso de determinadas marcas comerciales, que ejercen un estricto control sobre la identidad y la construcción del cuerpo, pero también condicionan la práctica profesional.
Como resultado, los ideales corporales de los maestros de Educación Física y, en consecuencia, los ideales corporales de los jóvenes, corren el riesgo de convertirse en una entidad problemática, incrustada en los discursos culturales dominantes que, a su vez, se institucionalizan cada vez más a través de las relaciones interpersonales, la cultura de consumo y los entornos de socialización mediática. Así, la Educación Física parece ser un campo que sigue produciendo y legitimando determinados ideales corporales, discursos y éticas que, a su vez, se convierten en los medios para regular los cuerpos de profesores y alumnos.
Gustavo González Calvo does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.
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