Un número récord de cubanos está huyendo de la isla, que sufre su peor crisis socioeconómica desde el colapso de la Unión Soviética. La cifra de cubanos que buscan entrar en Estados Unidos, principalmente por la frontera mexicana, se disparó de 39.000 en 2021 a más de 224.000 en 2022. Muchos han vendido sus casas a precios bajísimos para permitirse vuelos de ida a Nicaragua y viajar a través de México hasta EE UU.
Los 11 millones de cubanos que siguen en la isla se encuentran en una situación cada vez más desesperada. La emigración interna desde las provincias más pobres ha provocado una superpoblación en la capital, La Habana. Aquellos a los que el gobierno no puede proporcionar un hogar viven en albergues (precarios edificios abandonados reconvertidos en viviendas provisionales). Otros viven en solares (edificios de vecindad), algunos en grave riesgo de derrumbe.
La grave escasez de alimentos y medicinas es una realidad cotidiana en un país asolado por el embargo comercial de Estados Unidos desde 1962 y por el estricto control de la economía por parte del gobierno desde 1959. Los cortes regulares de electricidad han recordado a los cubanos los primeros años de la década de 1990, cuando se acabaron las subvenciones soviéticas al desmoronarse la URSS, dejando a la isla en apuros.
Para sobrevivir a ese “periodo especial”, Cuba pasó a depender de los ingresos en divisas procedentes del turismo internacional y de los nacionales que trabajaban en el extranjero. Ambos ingresos se han reducido considerablemente. Las medidas provocadas por la covid-19 obligaron a cerrar la isla a los turistas extranjeros y redujeron el número de visitantes en un 75% durante 2020.
Las inoportunas reformas monetarias, que unificaron las dos monedas de Cuba a principios de 2021, crearon un shock inflacionista. La escasez de alimentos ha provocado un auge del mercado negro.
En un reciente viaje a Cuba, James Clifford Kent, coautor de este artículo, habló con la población local y tomó las fotografías que ilustran esta historia. Luis Lázaro, un obrero de la construcción de La Habana, le dijo:
“La cosa está muy mal. Una crisis total: comida, medicinas, ropa. Si no es una cosa es otra. Trabajas sin parar solo para llegar a fin de mes y a veces no es suficiente”.
Una tregua poco duradera
En 2016, tras más de medio siglo de hostilidades, las relaciones entre EE UU y Cuba estaban de capa caída. Barack Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense en activo en visitar la isla desde Calvin Coolidge en 1928. Y los británicos The Rolling Stones sacudieron La Habana con un concierto gratuito.
Cruceros repletos descargaron a sus pasajeros en el puerto de La Habana, para ser llevados en coches clásicos descapotables a recorrer la capital. Multitud de extranjeros llegaron a La Habana para empaparse del embriagador ambiente, con Rihanna, Beyoncé y Jay-Z entre la vanguardia de los visitantes occidentales de alto nivel.
La empresa privada floreció temporalmente mientras se respiraba un espíritu de optimismo por todas partes. Pero la economía y la relación de Cuba con Estados Unidos volvieron a tambalearse tras la elección de Donald Trump en noviembre de 2016, justo cuando murió Fidel Castro, el exlíder de la revolución cubana. El presidente Trump restableció las restricciones de viaje y de negocios, impuestas décadas antes.
Mientras tanto, diplomáticos y oficiales de inteligencia estadounidenses destinados en la isla denunciaron pérdida de audición, dolores de cabeza y vértigo en un misterioso brote de “síndrome de La Habana” a finales de 2016. Washington culpó a Cuba y retiró a la mayor parte del personal de su embajada, apenas dos años después de que ambos gobiernos reabrieran embajadas en sus respectivas capitales por primera vez desde 1961.
Uno de los últimos actos de Trump antes de dejar el cargo en enero de 2021 fue devolver a Cuba a la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, obstruyendo su acceso a las finanzas internacionales. Trump ya había restringido las remesas que los cubano-americanos podían enviar a la isla.
El presidente Joe Biden ha vuelto a cambiar de política a medida que aumenta la presión por el aumento de la migración ilegal a Estados Unidos. Biden reabrió la embajada estadounidense en La Habana para la solicitud de visados en enero de 2023, ofreciendo a algunos cubanos una vía oficial para emigrar.
Resistencia cubana
El aumento del acceso a Internet desde 2018 y el uso generalizado de las redes sociales desempeñan papeles significativos en un nuevo estado de ánimo entre los cubanos. The Economist Intelligence Unit describe su doble impacto: la demanda de liberalización política y económica y de rendición de cuentas ha aumentado, mientras que las sanciones estadounidenses y el apoyo de los disidentes han envalentonado a los partidarios de la línea dura que se resisten a la reforma.
A pesar de las restricciones gubernamentales y de las deficientes infraestructuras, el 68% de los cubanos tiene acceso a Internet. Whatsapp, Instagram y otras redes sociales son muy utilizadas por los cubanos, sobre todo los jóvenes.
El acceso a Internet fue clave en las protestas cubanas de 2021, cuando el descontento local alimentado por las restricciones de la covid-19 y la escasez generalizada desembocó en protestas callejeras que la policía reprimió rápidamente. Muchos artistas de alto nivel y blogueros cubanos acusados por el gobierno de estar financiados por Estados Unidos fueron detenidos.
Un éxodo masivo
Ana María, cubana de 52 años y madre de dos hijos, describió el aumento de la delincuencia y la corrupción. La gente, señaló, prefiere vender productos en el mercado negro a trabajar por un salario que no cubre las necesidades básicas.
Un artista cubano de 29 años, que no quiso dar su nombre, dijo: “Muchos de mis amigos cercanos se han unido en el rumbo al norte en busca de estabilidad socioeconómica para ellos y sus familias.”
La famosa capacidad de supervivencia de los cubanos ante las dificultades está llegando a su límite. La esperanza se desvanece rápidamente.
Tras seis décadas de bloqueo comercial, y un rígido modelo socialista, la caída en picado del nivel de vida ha llevado al 2% de la población cubana a abandonar la isla en solo un año.
Muchos más están desesperados por seguir sus pasos.
Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.
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