El caso Monedero, las filtraciones, la manipulación mediática y los juegos de poder dentro de la izquierda han llevado el debate a un punto de no retorno. No todo vale, pero algunos están dispuestos a pisotear cualquier principio con tal de hacer daño a sus rivales internos. Filtrar audios sin consentimiento, exponer a víctimas en contra de su voluntad y aprovecharse de su dolor para sacar rédito político es asqueroso. Pero que haya gente de izquierdas atacando a víctimas de acoso para defender a su partido es aún peor.
Que cada uno se haga responsable de a quién aúpa y a quién defiende, porque los monstruos que se crean para dañar al adversario terminan devorándolo todo. ?
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