En su habitual estilo incisivo y no exento de ironía, Marina Lobo nos brindó en su último programa «Hasta el coño de» un festín de declaraciones y situaciones que reflejan las contradicciones y, a veces, el descaro de la política española. Abordó el caso de Mónica Oltra, exvicepresidenta de la Generalitat Valenciana, y las turbulencias que rodearon su caída, contraponiéndolas con las recientes controversias que salpican a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid.
Lobo, sin pelos en la lengua, nos recordó cómo las redes sociales y los medios de comunicación se hicieron eco de colaboraciones destinadas a desacreditar a Oltra, mientras Ayuso lanzaba dardos verbales que hoy, a la luz de sus propios escándalos, parecen volver como un bumerán. La periodista citó ejemplos concretos, como el aumento de la inversión en Quirón Salud tras la relación de Ayuso con Alberto González Amador, o las irregularidades en torno a una obra en el piso de Ayuso, que inundó los locales vecinos y se realizó sin los permisos legales correspondientes.
Utilizando las propias palabras de Ayuso contra ella, Marina desmontó la fachada de rectitud moral que a menudo se pretende mostrar en política, señalando la «incoherencia» y los «hechos tan abominables» que la presidenta madrileña denunciaba en otros, mientras ella enfrentaba acusaciones similares o peores.
El programa no solo sirvió para poner de relieve las discrepancias evidentes entre lo que se predica y lo que se practica en el ámbito político, sino que también se convirtió en una plataforma para cuestionar la justicia partidista y el tratamiento mediático. Con su característico tono mordaz, Lobo criticó la «cacería» emprendida por la extrema derecha contra Oltra, destacando la ironía de que ahora la justicia no haya encontrado pruebas contra ella, un detalle que los medios, tan ávidos antes de cubrir su supuesta culpabilidad, ahora relegan a un discreto segundo plano.
«Hay cosas que es mejor no decir, que luego pasa lo que pasa», concluyó Lobo, dejándonos con la reflexión sobre la volatilidad de la memoria y la hemeroteca en la política. A través de su análisis, no solo puso en evidencia las contradicciones y el doble rasero de los políticos y sus partidarios, sino que también nos recordó la importancia de mantener un espíritu crítico y no dejarnos llevar por las olas de información y desinformación que inundan el espacio público. En definitiva, Marina Lobo, fiel a su estilo, nos invitó a no tomar todo a pie juntillas y a cuestionar siempre la narrativa predominante.
Related posts
Los 32.000 hombres que hicieron del cuerpo de sus parejas un escaparate de violencia digital
El patriarcado sigue reinventando sus cloacas en las redes: ahora en Facebook, mañana en Telegram.
Papá legisla, los hijos se enriquecen
Cuando el poder político se confunde con el beneficio privado, la democracia se convierte en un cajero automático familiar.
De cuando la ONU reconoció el hambre como crimen y Estados Unidos e Israel dijeron no
En 2021, 186 países votaron a favor de reconocer el derecho humano a la alimentación. Solo dos se opusieron: los mismos que hoy justifican bloqueos y genocidios.
Vídeo | París marca el camino
París acaba de plantar un bosque en pleno centro. Donde antes había cemento y calor, ahora hay sombra, frescor y vida. Si ellos pueden, ¿qué excusa tienen nuestras ciudades? La crisis climática no espera: lo público debe apostar por espacios verdes, habitables y resilientes.
Vídeo | Jefaza
Cuando la ciudadanía se rebela, cuando una mujer de 87 años se atreve a pegar una pegatina contra el genocidio, mandan a cinco policías a por ella como si fuera peligrosa.