Shutterstock / Fellers Photography
Cuando hablamos de lettering, a menudo solemos caer en el error de confundirlo con la caligrafía. Incluso con lo que llamamos tipografía. Su traducción literal al castellano sería algo así como “letrear” o “dibujar letras”, quizá la manera más adecuada de traducirlo sería “diseño personal de letras”. El lettering, por tanto, no es una caligrafía ni tampoco una tipografía; es una forma de crear y dibujar un abecedario personal de manera creativa y con unas normas de trazado que resultan atractivas al lector y al que lo escribe.
Es verdad que estos tres conceptos tienen como denominador común que parten de las letras. Pero los términos especifican funciones diferentes entre sí, por eso es necesario detallarlos para comprender qué recorrido está teniendo el lettering en la actualidad, y el valor didáctico que podemos encontrar en esta práctica.
Caligrafía, lettering y tipografía
El término calígrafía viene del griego, en su significado kállos, “belleza”, y gráphos, “escritura”. El término se refiere a la belleza en la ejecución de la escritura. Cuando hacemos caligrafía, sin embargo, lo más importante sigue siendo la escritura, por muy perfectamente ejecutadas que estén las letras.
Por otro lado, el lettering podemos definirlo como “el arte de dibujar letras”, dando más importancia a la belleza que a la propia escritura, en un proceso minucioso y artesanal. Aunque lo artesanal del proceso no esté reñido con que lo hagamos sobre una pantalla de ordenador o tableta.
Precisamente, en una pantalla es donde encontramos el tercero de los conceptos: la tipografía, que es el diseño de las letras impresas. Aunque algunas tipografías pueden emular la caligrafía y el lettering, la tipografía no se ejecuta a mano.
La evolución de la escritura
La escritura occidental ha evolucionado durante milenios desde el primer alfabeto, creado en Mesopotamia sobre el año 3 500 antes de nuestra era; la primera escritura simplificada de 22 signos que desarrollaron, entre otros, el pueblo fenicio.
A lo largo de la historia ha habido muchos estilos de grafías, influidos por diferentes modas y en los que ha intervenido desde el ángulo del corte del instrumento de escritura hasta el soporte utilizado: desde la escritura capital romana (quadrata) o rústica, hasta la cursiva italiana, pasando por la escritura Humanística o su predecesora, la gótica.
Antes y ahora
Wikimedia Commons / Sailko, CC BY
La rotulación manual de textos, que parece cobrar nuevo ímpetu hoy en día, tiene sus raíces en la Edad Media, por ejemplo, en las letras capitulares con que los monjes ornamentaban los textos medievales.
En aquel entonces, el conocimiento pasaba de mano en mano a través de códices, libros íntegramente manuscritos que recogían los saberes de la época. Hoy en día, internet ha provocado la masificación y diversificación de la información.
Con la llegada de este medio, y de forma más específica de las redes sociales, la información se ha democratizado, y el algoritmo de cada una de ellas nos va ofreciendo contenido según nuestros gustos.
Pinturas murales, efectos con acuarela, procesos de abocetado en personajes manga, o ejercicios de lettering son compartidos no sólo entre eruditos del arte. En lo personal y como docentes, hemos conocido a más de un alumno que ponía en práctica ejercicios plásticos, gracias a haber visto cómo se hacía en Pinterest o plataformas menos especializadas, como Tik Tok. Lo que de forma inevitable lleva su práctica al aula.
Fascinación por la rotulación
La fundamental diferencia entre la tipografía y el lettering es que la primera implica el uso repetido de tipos (caracteres) para comunicar un mensaje, y la segunda no.
Diseñadores de prestigio como Adrián Frutiger, reconocido tipógrafo, procuraron seguir resolviendo la pugna entre lo estético y lo legible en los nuevos medios de comunicación dando importancia al significante: los grafismos.
En esa pugna, la tipografía termina acaparando miradas de fascinación cuando se emplea de forma cotidiana en escaparates o corpóreos comerciales.
Su profesionalización
Una muestra de la importancia de este arte de diseñar letras, en este caso, de manera mecánica a través de la tipografía, es la muestra “Abierto por ilusión” del año 2022 en Logroño, en la que se ofrecía una historia de la ciudad a través de rótulos comerciales de diferentes épocas.
En el proceso de hacer más accesible la escritura y el diseño, existen también proyectos en los que se pone en valor el diseño de las letras mediante prácticas tradicionales, que por su proceso manual clasificamos ya como lettering.
Por ejemplo, Typecraft Initiative, que desde 2012 organiza talleres artesanales en los que las letras tienen un papel central como celebración y transmisión del patrimonio cultural propio de dos grupos étnicos indúes.
En el ámbito profesional, el lettering también se utiliza. Diseñadores, artistas, directores de arte lo usan en diversos trabajos, desde su aplicación en los diseños para empaquetar hasta proyectos murales.
Escribir dibujando
A través del lettering se puede poner en valor la adecuación de las tipografías y compararlas. Por ejemplo, al elegir una tipografía para una determinada caja de zapatos, ésta tendría que servir para averiguar si el calzado será clásico y elegante, robusto y de uso diario, o deportivo. Porque la tipografía expresa valores diversos si usa serifa, es de paloseco, o si se escribe en cursiva.
No es complicado hacerse con materiales con los que practicar. Para tal fin podemos usar rotulador, acuarela, tintas varias ayudadas de una plumilla, técnicas mixta e incluso tiza.
Aprender caligrafía implica ir poco a poco adaptando la escritura al gusto propio del alumno o aprendiz, desarrollar la escritura manual, al fin y al cabo.
Existen muchos manuales que ponen en práctica esta disciplina. Pero lo realmente interesante es que ayuda a la concentración, a la creatividad y sobre todo, a coger bien los útiles de dibujo, bien sea rotulador, pincel, lápiz o plumilla. Capacidades motoras y cognitivas básicas que, en realidad, podemos poner en práctica durante cualquier etapa de la vida con gusto. Como quien por afición hace un dibujo.
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