En Europa, cada mujer da a luz a 1,6 hijos en promedio. Sin embargo, este promedio oculta variaciones considerables de un país a otro. Las mujeres en España, con 1,26 hijos de media, se encuentran entre las menos fecundas de Europa, mientras que las de Francia, con 1,84 hijos, se encuentran en el extremo superior del espectro. Pero, ¿cómo varía la fecundidad dentro de Europa y qué explica estas diferencias entre países?
Alta fecundidad en el norte de Europa, baja en el sur
La fecundidad es generalmente alta en el norte de Europa y baja en el sur (Figura 1). Esta división norte-sur ya era visible hace dos o tres décadas (figura 2), lo que sugiere que se debe a mecanismos profundamente arraigados y no a factores económicos.
Uno de los primeros mecanismos son las políticas familiares, presentes en todos los países europeos. Estas políticas tienen como objetivo ayudar a las familias con niños y permitir que los padres (en particular las madres) trabajen, ya sea a través de subvenciones, permiso parental después del parto y servicios de cuidado para niños pequeños.
Sin embargo, la inversión en servicios y financiación varía entre países, representando alrededor del 1,5% del PIB total en 2015 en los países del sur de Europa y más del doble en los del norte, alrededor del 3,5%.
Los gastos asociados con los permisos de paternidad o maternidad son mucho más altos en los países del norte, no tanto por la duración de la licencia, la cual puede ser larga en los países del sur, sino por el monto de la paga, que es significativamente menor en el sur que en el norte.
La oferta de servicios formales de cuidado infantil también está mucho más desarrollada en el norte, y la proporción de niños pequeños atendidos por personas que no son familia ni parientes es mucho mayor.
¿Serían natalistas los países nórdicos?
¿El importante apoyo brindado a las familias en los países del norte significa que estas últimas sean más propensas a traer hijos al mundo? En el caso de estos países, las políticas familiares no pretenden incrementar el número de nacimientos, sino permitir a los padres conciliar trabajo y familia.
Estos países buscan en particular promover el trabajo de las mujeres. Las tasas de participación de las mujeres en la fuerza laboral en dichos países pueden ser las más altas de Europa, o incluso del mundo, pero siguen siendo más bajas que las de los hombres. Las políticas de Estado tienen como objetivo reducir estas brechas y, en última instancia, lograr la igualdad de género en el mercado laboral.
Hace unas décadas, era generalizada la idea de que las mujeres tenían que quedarse en casa para que se produjeran más nacimientos. En realidad, las mujeres tenían que quedarse en casa. En realidad, más hijos en aquellos países en donde ellas trabajan más. Las tasas de empleo femenino más altas son las del norte de Europa y las más bajas del sur de Europa, y es en el norte donde las mujeres tienen más hijos, y no al revés.
Hasta hace unas décadas estaba muy extendida la idea de que las mujeres tenían que quedarse en casa para poder tener más hijos. Sin embargo, es en los países donde las mujeres trabajan más donde tienen más hijos. Las tasas de empleo femenino son más altas en el norte de Europa y más bajas en el sur, y es en el norte donde las mujeres tienen más hijos, y no al revés.
Desigualdades entre hombres y mujeres: menos marcadas en el norte que en el sur
En general, lo que parece relevante es la situación de la mujer en relación con el hombre. Y es más desfavorable en el sur: las desigualdades entre hombres y mujeres son más marcadas tanto en el ámbito laboral como en el privado. Por ejemplo, el reparto de tareas entre parejas es menor.
Sin guardería, es imposible que ambos padres trabajen, y uno de ellos debe dejar de hacerlo. Los hombres no se plantean cuidar a su recién nacido más allá de unos pocos días, y las mujeres no quieren una vida de ama de casa como la de sus madres o abuelas; además, las parejas necesitan mantener dos ingresos para mantener su nivel de vida.
Esto es cierto tanto en Europa como en muchos otros países. Por tanto, las parejas retrasan la llegada de un hijo si no pueden conciliar el trabajo y la familia. Al posponer el momento de tener hijos, algunas parejas finalmente se dan por vencidas.
Las políticas familiares en los países del norte de Europa no tienen como objetivo apoyar la fecundidad, como se mencionó anteriormente. Más bien, su fecundidad relativamente alta es una de las consecuencias indirectas, no necesariamente intencionadas inicialmente, de las políticas destinadas a promover la igualdad entre mujeres y hombres.
La crisis financiera de 2007-2008 y la disminución de la fecundidad
La fecundidad se ha mantenido relativamente alta en los países del norte de Europa durante las últimas tres décadas, pero el indicador de fecundidad ha fluctuado. Fue en aumento a principios de la década del año 2000, luego la tendencia se revirtió y el indicador cayó drásticamente después del 2008 (gráfico 3). Esta reversión está vinculada a la crisis financiera de 2007-2008.
La recesión económica y el aumento del desempleo como resultado de la crisis hicieron que el futuro fuera más incierto. Algunas parejas pospusieron sus planes de tener hijos con la esperanza de que llegarían días mejores.
La disminución de la tasa global de fecundidad (TGF) en los últimos años ha variado según los países. En los Estados Unidos, entre el inicio de la crisis en el 2007 y el 2018, la TGF cayó un 23%, de 2,12 hijos por mujer a solo 1,73 (gráfico 3). En el Reino Unido, pasó de 1,96 en el 2008 a 1,68 en el 2018, una caída del 17%. Si bien Francia no es una excepción, la disminución fue menor, menos del 8% entre 2008 y 2018, y comenzó más tarde, ya que los efectos de la recesión económica afectaron al país más lentamente. El impacto de la crisis y los efectos del desempleo probablemente se vieron atenuados por las generosas políticas sociales y familiares en Francia.
La crisis sanitaria provocada por la Covid-19 será una oportunidad para verificar una vez más el papel amortiguador de las políticas familiares. De hecho, la pandemia y la crisis económica resultante pueden conducir a una disminución de los nacimientos y de la TGF. Si es así, ¿el descenso en Europa será uniforme o más pronunciado en los países que ya tienen la fecundidad más baja? La respuesta llegará en unos meses, cuando nazcan los niños concebidos durante la crisis.
Este texto es una adaptación de un artículo publicado por el autor en Population & Societies, no. 575, “France: la fécondité la plus élevée d’Europe” , marzo de 2020.
Gilles Pison a reçu des financements de l’Agence nationale de la recherche française et des National Institutes of Health américains.
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