No queremos vuestras guerras. Ni la tuya, Macron. Ni la tuya, Von der Leyen. Ni la tuya, Calviño. No queremos que nuestro dinero se use para matar inocentes, para financiar los tambores de guerra que resuenan cada vez más fuerte en los pasillos del poder. Nos hablan de seguridad, de defensa, de necesidad… Pero, ¿qué necesidad hay de aumentar el gasto militar hasta cifras astronómicas, cuando en nuestra propia casa, en Europa, más de 20 millones de niños viven en la pobreza? ¿Dónde está la seguridad para ellos?
La narrativa que usan es la de la amenaza inminente, del enemigo a las puertas. Lo de siempre. El Miedo. Pero si miramos más allá de las palabras diseñadas en despachos, encontramos una realidad distinta. Rusia, después de años de conflicto, no posee la capacidad para una invasión a gran escala en territorio europeo. Su fuerza no justifica la escalada armamentística a la que nos empujan. Y si nuestro gasto ya triplica al de ellos, ¿a quién beneficia realmente este aumento?
La respuesta se repite una y otra vez. A los Estados Unidos, a sus gigantescas corporaciones armamentísticas, a los magnates de la industria que lucran con el dolor y la destrucción. Europa se convierte así no en el escenario de defensa de valores democráticos, sino en el tablero de un juego de poder donde solo ganan los ya poderosos. Y mientras se nos vende la guerra como la única solución, se ignoran los verdaderos enemigos de nuestro tiempo: el cambio climático, la desigualdad, la falta de acceso a servicios básicos.
Pero nosotras y nosotros, la gente, sabemos que hay otro camino. Un camino construido sobre el diálogo, la cooperación, el respeto mutuo. Un camino que reconoce que las guerras son evitables, que el verdadero coraje reside en la búsqueda de soluciones pacíficas, en la construcción de un futuro donde la seguridad no se mide por el número de armas, sino por la fortaleza de nuestras comunidades, por la salud de nuestro planeta, por el bienestar de cada niño, cada familia, cada ser humano.
Hoy decimos basta. Basta de utilizar nuestro futuro como moneda de cambio en sus juegos de poder. Exigimos líderes que inviertan en el verdadero progreso de la humanidad.
No queremos sus guerras. Basta de manipulación.
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Mientras vosotros intentáis sobrevivir a la semana, la ultraderecha sigue a lo suyo: joderle la vida a todo el que no comulga con su ideología.