El Parque Nacional de Doñana es un mosaico de ecosistemas que alberga una biodiversidad única en Europa. Destaca sobre todo la marisma, de extraordinaria importancia como lugar de paso, cría e invernada para miles de aves europeas y africanas. Habitualmente se encuentran en el parque unas 360 especies, de las cuales 127 se reproducen en él.
Las aves de Doñana, algunas de ellas en peligro de extinción, se enfrentan a diversos problemas de conservación. Entre ellos, el uso de pesticidas, ya que muchas especies son sensibles a sus efectos nocivos.
En un reciente estudio, publicados en la revista Environmental Pollution, hemos demostrado que los pesticidas provenientes de las actividades agrícolas cercanas al parque nacional andaluz ponen en riesgo el éxito reproductivo de algunas de estas aves. El trabajo, enmarcado en el proyecto “Impacto de las actividades agrícolas en la fauna de los parques nacionales”, ha sido financiado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.
La presión de la agricultura
La gestión de un parque nacional trabaja por hacer compatibles la conservación de la naturaleza con la actividad económica de su entorno. Sin embargo, el Parque Nacional de Doñana recibe cada vez más presiones procedentes de diferentes actividades como la agricultura, la ganadería y el turismo.
La producción agrícola es uno de los principales componentes de la economía local, con cultivos de viñedos, olivares, arrozales y cultivos en invernadero, entre otros. Sin embargo, estos cultivos requieren una cantidad importante de agua, así como la aplicación de diferentes tipos de pesticidas.
El cultivo por excelencia de la marisma, el arroz, constituye una de las actividades económicas más importantes de la comarca. Estos arrozales cumplen una importante función ecológica. En verano, cuando la marisma se seca, sirven a las aves como refugio y zona de descanso y alimento, permitiendo su supervivencia hasta la llegada de las lluvias otoñales. Por eso es de vital importancia evitar la contaminación de esta marisma.
Lucía Viel Oyega / Flickr, CC BY-NC-ND
La contaminación de origen agrícola se cita como la causa más importante de deterioro de las masas de agua en nuestro planeta. Los pesticidas, a pesar de estar sujetos a regulación, continúan representando un problema ambiental muy importante por diferentes motivos:
el carácter, por lo general, difuso de su origen;
su amplio uso, sobre todo en la agricultura;
la venta ilegal de productos prohibidos debido a su coste más bajo;
su uso extensivo en los países en desarrollo;
su potencial tóxico sobre organismos no diana.
Actualmente en España se encuentran registrados más de 500 ingredientes activos de pesticidas. La estructura química del principio activo y sus propiedades físico-químicas determinan su reactividad en los distintos compartimentos ambientales.
Los compuestos más polares tenderán a permanecer en el agua, pudiendo llegar a contaminar los acuíferos. Los más apolares tendrán más tendencia a adsorberse en el suelo o sedimento y a bioacumularse en los tejidos de los organismos vivos, pudiendo llegar a entrar en la cadena alimentaria, con el consecuente peligro para la salud de la fauna.
Toxicidad del DDT y sus sustitutos
Ya en 1962, Rachel Carson alertaba en su libro Primavera silenciosa sobre que el uso generalizado de pesticidas como el DDT era responsable del adelgazamiento de la cáscara de huevos en aves de presa, conllevando serias reducciones en las poblaciones de algunas especies.
El uso del DDT, así como el de otros pesticidas organoclorados, está prohibido en España desde 1977. Dicha prohibición conllevó el incremento del uso de otros pesticidas, los organofosforados, que han sido los más utilizados en las últimas cuatro décadas.
Sin embargo, la decisión de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE. UU. (USEPA) de eliminar ciertos usos de insecticidas organofosforados por sus efectos tóxicos ha llevado a su sustitución gradual por otros pesticidas como los piretroides.
Estos últimos eran considerados los insecticidas “ideales” puesto que no son tan persistentes como sus antecesores y porque los mamíferos son capaces de metabolizarlos evitando su acumulación en tejidos. Sin embargo, y contrariamente a esta suposición, ya hay estudios que muestran su presencia en diferentes seres vivos, peces, mamíferos marinos, aves y humanos.
Además, estudios toxicológicos también indican que la exposición a piretroides puede conllevar la acumulación de lípidos en el hígado, problemas cardíacos y de crecimiento, efectos neurológicos, además de su carácter carcinogénico.
Pesticidas en los huevos de las aves de Doñana
En nuestro estudio, analizamos 134 muestras de huevos de 7 especies de aves –águila calzada, cigüeña blanca, garza imperial, gaviota picofina, gaviota reidora, pagaza piconegra y milano negro–, recolectadas entre 1999 y 2021. Detectamos la presencia de 26 pesticidas diferentes, y también observamos ciertas tendencias temporales.
A raíz de su prohibición, los niveles de pesticidas organoclorados han ido descendiendo con los años, a pesar de que siguen presentes a niveles de concentración considerables en el 96 % de las muestras. Varias décadas después de su prohibición, estos contaminantes siguen siendo un problema en el entorno del Parque Nacional de Doñana debido a su elevada persistencia en el medio.
Por otra parte, se observa un incremento en el uso de otras familias de insecticidas como los piretroides, cuyos valores muestran una tendencia al alza desde 2013.
Asimismo, hemos detectado por primera vez en las muestras más recientes (correspondientes a las nidadas de 2021), otros compuestos como los herbicidas oxadiazon y oxifluorfen, cuyo efecto a largo plazo se desconoce. Además, el oxadiazon ha sido incluido en la lista de pesticidas prohibidos por la Unión Europea a partir del año 2022, por lo que serán necesarios estudios futuros para estudiar la evolución de su contaminación.
Impacto en el milano negro y el águila calzada
También evaluamos el impacto de los pesticidas en la reproducción de las aves. Para ello, relacionamos los datos de éxito de eclosión (probabilidad de que al menos un pollo nazca de una nidada) y de éxito reproductivo (probabilidad de que al menos un pollo abandone el nido al final del periodo reproductor) con los niveles de pesticidas en los huevos de dos especies de aves rapaces: el milano negro y el águila calzada.
Los resultados más preocupantes fueron los del águila calzada, cuyo éxito de eclosión y reproducción disminuyeron con la concentración del DDE (metabolito principal del DDT) y del hexaclorobenceno, respectivamente, así como con el impacto acumulativo de múltiples pesticidas.
Es importante destacar que, incluso si los niveles de los pesticidas son aparentemente inocuos de forma individual, se pueden producir interacciones sinérgicas entre ellos que afecten a la reproducción y tengan un impacto negativo a medio y largo plazo en las poblaciones de aves. De ahí lo importante de realizar estudios de monitoreo que incluyan un amplio abanico de pesticidas.
Un control necesario
Los hábitats y la fauna del Parque Nacional de Doñana dependen del agua. Actualmente se vive un momento crítico debido a la sequía provocada por el calentamiento global, pero también por el crecimiento de la agricultura de regadío. De hecho, la reproducción de las aves acuáticas habituales en este espacio protegido sufre una regresión sin precedentes.
Sin embargo, no solo la cantidad de agua es importante, sino también la calidad de la misma. Esta está fuertemente marcada por los usos agrícolas que se puedan producir a decenas de kilómetros de la frontera de la reserva. Por lo tanto, hay que apostar por la implantación de medidas de control y vigilancia más estrictas, así como de inspecciones para evitar el uso de productos recientemente prohibidos.
El control de la contaminación por pesticidas, así como de otros compuestos tóxicos procedentes de diferentes actividades, debería ser extremo en zonas protegidas como el Parque Nacional de Doñana.
Este tipo de acciones solo se llevaron a cabo tras el desastre ecológico ocurrido en 1998 cuando se rompió la presa de la mina de Aznalcóllar y vertió al río Guadiamar más de 6 millones de m³ de lodos tóxicos y aguas ácidas con altas concentraciones de metales pesados.
Sin embargo, los estudios sobre otros posibles contaminantes que estén afectando los ecosistemas y la fauna son, a día de hoy, muy escasos o prácticamente inexistentes.
El estudio que se presenta se llevó a cabo en el marco de un proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente en el marco de la Convocatoria de Ayudas a la Investigación en materias relacionadas con la Red de Parques Nacionales (Año 2017).
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