Siempre he admirado a los exploradores, especialmente a los botánicos. Muchos, al igual que hoy en día, enfrentaron dificultades, pero ninguno pasó tantos sacrificios como Baret
(Eric Tepe, 2012).
La única imagen conocida de Jeanne Baret se encontró en el libro de viajes Navigazioni di Cook pel grande oceano ed intorno al globo (1816-1817). Como indica una de sus biógrafas, Danielle Claude, se trata de una imagen alegórica: Baret viste con ropa holgada de marinero que simboliza su viaje, el ramo de flores sobre su brazo representa la botánica, y el gorro frigio sobre su cabeza alude a este símbolo de la libertad adoptado durante la Revolución francesa.
De la granja familiar a un viaje alrededor del mundo
Lamentablemente, se sabe muy poco de esta exploradora. Jeanne Baret nació el 27 de julio de 1740 en un pequeño pueblo de la Borgoña francesa. Pasó los primeros años de su vida en la granja familiar. En 1762, cuando su padre falleció, se convirtió en la niñera del hijo del naturalista Philibert Commerson (1727-1773) que había enviudado. Se piensa que Jeanne aprendió botánica junto al científico que le confió la preparación de los herbarios.
En 1764, tras instalarse en París, Commerson fue nombrado “médico naturalista del rey”. Luis XV permitió al oficial de marina y explorador Louis-Antoine de Bougainville (1729-1811) realizar una circunnavegación del globo, que comenzaría con la misión de entregar las islas Malvinas a los españoles.
La expedición contaría con un equipo científico formado por el astrónomo Pierre-Antoine Véron (1736-1770), el ingeniero cartógrafo Charles Routier de Romainville (1739-1808) y el naturalista Philibert Commerson. En el transcurso de ese viaje, Véron determinó la longitud del océano Pacífico durante la observación de un eclipse solar producido el 13 de julio de 1768.
Por su parte, Routier actúo tanto de dibujante como de cartógrafo.
Un auto de fecha 15 de abril 1689 prohibía a las mujeres embarcar en naves de la Marina Nacional francesa:
«Por orden del Rey, la presencia de mujeres en un barco de Su Majestad está prohibida, excepto para una visita breve. Se solicitará un mes de suspensión a cualquier oficial que contravenga esta orden y una suspensión de quince días para cualquier miembro de la tripulación que, él mismo, no suscriba esta orden».
Así que Jeanne inició el viaje en l’Etoile el 1 de febrero de 1767, disfrazada de hombre bajo el nombre de “Jean Baré” y como asistente de Commerson. La fragata La Boudeuse era la otra nave que formaba parte de la expedición de Bougainville.
La vida a bordo no era sencilla para nadie, y menos para Jeanne, que no solo vestía como un hombre, sino que trabajaba como ellos para evitar sospechas. Tras tres meses, la expedición llegó a Montevideo, las islas Malvinas y Patagonia, donde por fin Baret y Commerson pudieron ejercer la botánica. Durante la travesía, el naturalista sufrió una lesión en la pierna que limitó su movilidad. Jeanne fue probablemente la responsable de recolectar la mayoría de las plantas.
Tras diversas peripecias –el 13 de marzo de 1773 Commerson falleció en la isla Maurice y Jeanne se vio forzada a casarse con un militar francés para poder regresar a Francia– Baret regresó a París en 1776, con más de treinta cajas selladas que contenían 5 000 especies de plantas recolectadas durante sus viajes alrededor del mundo: 3 000 de ellas eran nuevas. Estas colecciones se unieron a las del Muséum d’Histoire Naturelle, donde era posible consultar los manuscritos de Commerson.
Georges Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788) se encargó de realizar el inventario. Posteriormente, Joseph de Jussieu (1704-1779) y Jean-Baptiste Pierre Antoine de Monet, Chevalier de Lamarck (1744-1829) estudiaron la colección.
Este último fue el único que mencionó la importancia de la contribución de Jeanne Baret.
Llegan los reconocimientos
El trabajo de Jeanne Baret con Commerson fue reconocido oficialmente por el rey, que le concedió una pensión de 200 libras.
Como agradecimiento a la labor de esta botánica –y primera mujer en dar la vuelta al mundo– el biólogo Eric Tepe y su equipo bautizaron con su nombre a una flor, la Solanum baretiae.
La idea de nombrar la planta en homenaje a Jeanne Baret surgió al escuchar a la escritora Glynis Ridley. Ella mencionaba que, a pesar de las importantes contribuciones de Baret a la botánica, su nombre había caído en el olvido, y no tenía ni siquiera una planta que llevara su nombre. En mi trabajo como investigador he llevado a cabo varias expediciones a Latinoamérica en busca de especies de Solanum, y he descubierto varias especies nuevas. Se me ocurrió que Baret merecía reconocimiento por su trabajo, así que contacté a Glynis Ridley para proponerle el nombrar una de estas nuevas especies en honor a Baret, y enmendar así de alguna manera la amnesia histórica en relación a Baret
(Eric Tepe, 2012).
Debió de ser una mujer admirable, muy valiente y decidida. Disfrazarse de hombre y enrolarse en un barco para participar en una expedición de ese calibre no lo hace cualquiera. Lo que me parece más interesante es que la historia la ha retratado hasta ahora como poco más que la amante del famoso botánico Commerson, pero ahora sabemos que era una gran botánica y exploradora por derecho propio, y que sus contribuciones sin duda merecen ser reconocidas
(Eric Tepe, 2012).
Jeanne Baret falleció el 5 de agosto de 1807, a la edad de sesenta y siete años.
Este artículo es una versión revisada de «Jeanne Baret, botánica por derecho propio» que se publicó en el blog Mujeres con ciencia, de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
Marta Macho-Stadler no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
The Conversation. Rigor académico, oficio periodístico
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