Florentino Pérez, con su fundación ACS, mantiene con sus donaciones el equilibrio entre los dos grandes partidos, el PP y el PSOE. El dinero fluye, y el sistema bipartidista sobrevive.
¿Por qué un magnate de la construcción como Florentino Pérez, a través de su fundación, inyecta dinero a fundaciones vinculadas tanto al Partido Popular como al PSOE? La respuesta parece clara: mantener el statu quo. El sistema bipartidista español se sostiene en parte gracias a las donaciones encubiertas que, bajo el paraguas de “fundaciones de interés general”, en realidad son el combustible que engrasa una maquinaria política destinada a perpetuar el poder en manos de unos pocos.
Según una investigación de La Marea, ACS ha donado al menos 900.000 euros entre 2018 y 2021 a las fundaciones FAES y Pablo Iglesias, ligadas al PP y al PSOE, respectivamente. Bajo la excusa de promover el debate y la reflexión sobre temas de interés general, como la política energética o la digitalización de bibliotecas, se esconden donaciones que fortalecen las redes de poder entre el capital y la política.
El papel de estas fundaciones no es más que una fachada, una herramienta para canalizar dinero hacia quienes sostienen el duopolio político en España. No es casualidad que FAES, dirigida por José María Aznar, y la Fundación Pablo Iglesias, estrechamente vinculada al PSOE, reciban cantidades similares de la Fundación ACS. De este modo, Florentino Pérez asegura su influencia tanto en la derecha como en la izquierda, manteniendo intactos sus intereses empresariales y sus vínculos con el poder político.
LAS Y LOS DE SIEMPRE, LOS MISMOS DE SIEMPRE
Mientras las y los ciudadanos enfrentan crisis económicas y precariedad laboral, los grandes empresarios, como Florentino Pérez, siguen moviendo hilos en la sombra. La connivencia entre el poder económico y el político no es nueva, pero las cifras reveladas por La Marea son alarmantes. Donaciones de 100.000 euros anuales a fundaciones políticas no son meros actos de filantropía, sino la consolidación de un sistema corrupto que premia a las élites y mantiene a raya cualquier posibilidad de cambio real.
Pero no es solo el bipartidismo el que se beneficia de estas “donaciones”. También encontramos la mano de la Fundación ACS financiando organizaciones ligadas a exdirigentes del PSOE, como la Fundación Mujeres por África, presidida por la exvicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega, que ha recibido 600.000 euros entre 2018 y 2021. ¿Qué clase de intereses se esconden detrás de estas generosas contribuciones? ¿Acaso la construcción necesita impulsar la igualdad de género en África para aumentar sus beneficios? La hipocresía es evidente.
Además, la Fundación Princesa de Asturias y la Fundación Princesa de Girona, instituciones estrechamente ligadas a la Casa Real, también han recibido donaciones por parte de ACS: 160.000 y 132.000 euros, respectivamente, entre 2018 y 2021. La corona española no es ajena a este entramado de poder que, bajo una falsa imagen de neutralidad y tradición, participa activamente en la perpetuación del poder de la oligarquía empresarial.
Esta realidad nos lleva a preguntarnos: ¿quién gobierna realmente en España? Las elecciones, los partidos y los gobiernos no son más que una fachada democrática si, al final, quienes mueven los hilos desde las sombras son las mismas personas que controlan el poder económico. Las fundaciones “sin ánimo de lucro” como FAES o la Fundación Pablo Iglesias son solo un mecanismo más para mantener el control político y económico en manos de unos pocos.
Y mientras tanto, las y los trabajadores, las enfermeras y enfermeros, las y los jueces, las y los jóvenes precarios, ven cómo sus salarios se estancan, sus derechos se recortan y su futuro se esfuma. El dinero fluye en una dirección clara: hacia las élites, hacia las grandes fortunas, mientras el resto de la población lucha por sobrevivir en un sistema que nunca estuvo diseñado para beneficiarlas y beneficiarlos.
Florentino Pérez no solo es el presidente de ACS, no solo es el hombre que ha donado cientos de miles de euros a fundaciones políticas, es el rostro visible de un modelo que ya no se molesta en ocultar su corrupción estructural. El bipartidismo está bien alimentado, y los grandes empresarios son sus proveedores.
Sin embargo, la opacidad de estas donaciones plantea una pregunta incómoda: ¿dónde está el límite entre lo legal y lo moral? Es legal que una fundación done dinero a otra, es legal que las empresas privadas financien actividades de “interés general”, pero ¿hasta cuándo vamos a aceptar que el poder económico decida quién gobierna y qué decisiones se toman en nuestro país?
Florentino Pérez, como tantos otros grandes empresarios, entiende que el poder no se gana, se compra.
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