Estados Unidos, Francia, Alemania, Países Bajos, Reino Unido… de cada esquina del “mundo libre” llegan las mismas imágenes de dura represión policial e institucional. Del mismo modo que emana un siniestro aire de neutralidad entre agresores y agredidos procedente de unos medios de comunicación secuestrados por magnates que son parte de este oscuro capítulo del periodismo.
Los intereses económicos y geoestratégicos se anteponen de un modo tan burdo a los Derechos Humanos que ya ni importa que estemos viendo un genocidio en directo. El derecho internacional está siendo masacrado. Si criticas los crímenes de guerra de Israel, eres evidentemente un partidario de Hamás. Del mismo modo que si criticas el papel provocador de la OTAN en la guerra de Ucrania eres claramente un “agente de Putin”.
Ante este oscuro panorama, la última trinchera para defender la democracia es el activismo social. Está en nuestras manos.
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