La agrobiodiversidad, es decir la diversidad biológica relevante para la alimentación, la agricultura y los agroecosistemas, ha disminuido mucho recientemente. Por eso se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de la agenda política internacional para la conservación de la biodiversidad.
La FAO alerta de que solo un 10 % de las razas ganaderas autóctonas no están amenazadas. Estos animales domésticos adaptados localmente ayudan a conservar los recursos genéticos, garantizan la seguridad alimentaria y contribuyen a la provisión de numerosos servicios ecosistémicos.
Sin embargo, los procesos de intensificación agraria y abandono rural están amenazando su supervivencia. El diseño de medidas de protección adecuadas debería prestar especial atención a la relación de las razas con su ambiente.
Origen de la diversidad de razas ganaderas
Estudiar qué factores determinan la distribución de estos animales nos puede ayudar a comprender cómo se adaptan al medio.
En la creación de las distintas razas han intervenido tanto la selección artificial como la natural. Los seres humanos han sido los responsables de su domesticación y han contribuido a su dispersión gracias a las migraciones y la transformación de los paisajes agrarios.
La selección humana –intencionada o no– ha potenciado la diversidad del ganado con el objetivo de conseguir alimentos, fibras y la realización de trabajos.
Los factores naturales han tenido también mucha importancia. Algunos de ellos son el aislamiento genético y geográfico, la adaptación a los nuevos ambientes y el cruzamiento con especies silvestres u otras razas.
De igual modo, las condiciones climáticas, responsables de la disponibilidad de recursos, han influido en la distribución de los animales domésticos y determinado su adaptación a través de mecanismos fisiológicos.
La industrialización de la ganadería durante las últimas décadas ha favorecido la dispersión global de unas pocas razas altamente seleccionadas, que han desplazado en numerosas ocasiones a las autóctonas. Los sistemas intensivos, altamente controlados y aislados del entorno local, y el abandono de las técnicas extensivas amenazan su conservación.
Las razas y el medio ambiente en España
En un trabajo reciente hemos estudiado cómo ha cambiado la relación de las razas ganaderas autóctonas con los factores ambientales en España y cómo les afectan los cambios en el uso del suelo de las últimas décadas.
Nuestros resultados muestran la gran influencia de las variables ambientales en su distribución, pero también que dicho efecto ha disminuido con el paso del tiempo, cambiando su naturaleza.
En general, se observa que los lugares con una productividad limitada albergaban mayor diversidad ganadera en el pasado (antes de la intensificación agrícola). Es decir, la estacionalildad y heterogeneidad topográfica de algunas áreas han favorecido la diferenciación de nuevas razas.
Sin embargo, la mayoría de ellas han sido desplazadas a zonas con mayor precipitación y temperatura media, de manera que en la actualidad ocupan áreas potencialmente más productivas.
Esta redistribución se relaciona con los cambios de usos del suelo de las últimas décadas. Las razas autóctonas se localizan en municipios donde se han sucedido y están sucediendo procesos de abandono agrícola. Junto con la intensificación agraria, estos factores contribuyen a disminuir su diversidad.
Conclusiones
Considerando estos resultados, se puede confirmar que la distribución de las razas ganaderas autóctonas ha estado (y sigue estando) sujeta a las condiciones ambientales. Pero los cambios observados sugieren que esta relación ha disminuido su influencia debido a una mayor presión por parte de los seres humanos.
Todo ello representa una amenaza para la conservación de estos animales. La intensificación de los sistemas ganaderos y su aislamiento respecto a sus hábitats tradicionales pueden tener repercusiones negativas en su capacidad de adaptación a ambientes locales o extremos.
Nuestros resultados también alertan del posible impacto del cambio global, producido por la actividad humana. Sus principales componentes, el cambio climático y los cambios de usos del suelo, serán determinantes en la conservación y sostenibilidad de las distintas razas.
Las políticas agrarias y de conservación deberían tener en cuenta estos procesos y aplicar planteamientos holísticos. Deberían considerar no solo la conservación de recursos genéticos y las cuestiones productivas, sino también la dimensiones ecológicas y socioculturales, como los paisajes ganaderos, las actividades extensivas y el pastoralismo.
La tesis doctoral de Elena Velado Alonso ha sido financiada por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.
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