Exaltación franquista en un instituto: cuando la educación pública se convierte en propaganda 

De la memoria histórica al retroceso ideológico: ¿Qué está ocurriendo en los centros educativos?

La reciente visita organizada por el IES Núñez de Arce al Valle de Cuelgamuros ha desatado una polémica que va mucho más allá de una excursión escolar. El hecho de que estudiantes de segundo de bachillerato exhibieran banderas preconstitucionales y entonaran el himno franquista ‘Cara al Sol’ no es un incidente anecdótico, sino un síntoma de un problema más profundo. Cuando la memoria histórica se desdibuja, se abre la puerta a la normalización del franquismo.

El Sindicato de Estudiantes ha sido tajante al denunciar los hechos, calificándolos de inadmisibles y contrarios a los valores democráticos. Según el portavoz Víctor Martínez, la omisión del profesorado durante la excursión no fue solo una falta de control, sino una negligencia ideológica. “La visita no solo careció de un enfoque pedagógico adecuado, sino que permitió la apología del franquismo en un entorno educativo que debería fomentar una reflexión crítica sobre nuestro pasado”, subrayó Martínez.

Este episodio se enmarca en un contexto preocupante: la creciente normalización de discursos de ultraderecha en ciertos espacios educativos. En lugar de promover el pensamiento crítico, estas actividades acaban legitimando mensajes revisionistas que intentan justificar una dictadura que dejó un reguero de víctimas y una sociedad mutilada. Es inaceptable que un espacio financiado con fondos públicos contribuya, aunque sea indirectamente, a la glorificación de un régimen que se sustentó en la represión y el silencio forzado.

RESPONSABILIDADES Y SILENCIO OFICIAL: LA COMPLICIDAD QUE INDIGNA

La pasividad de las autoridades educativas no es menos escandalosa. A pesar de que se han presentado pruebas contundentes, incluyendo fotografías, vídeos y audios, la Consejería de Educación ha optado por el silencio. Cuando una institución pública elige callar ante estos episodios, se convierte en cómplice del retroceso democrático. La falta de respuestas solo alimenta la percepción de que ciertos sectores toleran, e incluso protegen, las manifestaciones de ideologías totalitarias en el ámbito educativo.

Por otro lado, las declaraciones de García-Gallardo, elogiando abiertamente la dictadura franquista y sugiriendo que evitó que “el PSOE pudiera robar”, son una vergonzosa muestra de revisionismo histórico y manipulación política. Reducir los crímenes de la dictadura a una narrativa de “orden y honradez” es un insulto a las víctimas y a la inteligencia colectiva. Este tipo de discursos, amplificados por figuras públicas, legitiman la presencia de símbolos fascistas y provocan que jóvenes, influenciados por la desinformación, se conviertan en portadores de un mensaje de odio.

El Sindicato de Estudiantes no solo ha exigido explicaciones al IES Núñez de Arce, sino también la revisión urgente de los protocolos educativos para evitar que las excursiones se conviertan en plataformas para la exaltación franquista. Las aulas deben ser espacios de memoria, no de propaganda. Además, los testimonios de amenazas recibidas por parte de la Falange evidencian que denunciar estas situaciones sigue siendo un acto de valentía en un país que aún lidia con los fantasmas de su pasado.

La elección del Valle de Cuelgamuros como destino educativo sigue siendo polémica, precisamente por el simbolismo que encierra. En lugar de representar un espacio de reconciliación, el mausoleo sigue siendo utilizado por sectores reaccionarios como un santuario del franquismo. Un lugar que debería ser resignificado como espacio de memoria se convierte, con episodios como este, en un altavoz de nostalgias totalitarias.

LA MEMORIA HISTÓRICA NO ES OPCIONAL

La falta de formación crítica sobre la memoria histórica es el caldo de cultivo perfecto para que este tipo de situaciones se repitan. Cuando no se explica que el ‘Cara al Sol’ fue el himno de un régimen que persiguió, torturó y asesinó a miles de personas, se corre el riesgo de perpetuar la narrativa de los verdugos. No se trata de reabrir heridas, sino de evitar que se borren.

Es urgente que se implementen medidas educativas claras para frenar la deriva ideológica en los centros públicos. La educación pública no puede ser neutral ante el fascismo porque la neutralidad, en estos casos, es complicidad.