Muchas mujeres han dedicado su vida a la actividad científica, y pocas tienen reconocimiento. Son mujeres que la historia, de forma reiterada, ha olvidado y sigue olvidando. Sin embargo, su vida y su legado son un ejemplo, por lo que ha de cobrar relevancia la vida de nuestras científicas.
Emilia Currás fue una investigadora que no queremos dejar en el olvido. Poseedora de un gran espíritu científico, innovador y viajero. Tuvo la fortuna de tener el gran magisterio de su madre maestra que, una vez finalizada la guerra civil en 1939, eligió Tetuán como destino tras aprobar la oposición, a pesar de haber sido la número uno.
De Marruecos a España y Alemania
Marruecos era un protectorado bajo jurisdicción franco-española, por lo que se habían creado muchos colegios españoles, con las niñas escolarizadas aparte y con un índice muy exiguo de escolarización.
Emilia y su hermana estudian en uno de estos colegios españoles, donde se empleaba el árabe, el francés y el español. Las jóvenes aprendieron varios idiomas, en un momento donde el acceso al conocimiento de las lenguas era una cuestión casi imposible.
La futura investigadora va a formar allí su espíritu más inquieto. Aprende a viajar, a conocer a otras formas muy distintas de vivir, otras culturas. Todo ello aderezado las enseñanzas de su madre.
A su regreso a Madrid a la edad 15 años, Emilia se encuentra con un contexto muy diferente. España está en uno de los momentos más duros de la dictadura. Ella viene de un mundo mas extenso, y llega a un entorno más limitado en todos los aspectos. Estudiará en España Ciencias químicas y, al finalizar la carrera, hace su doctorado en Alemania.
En 1961, la investigadora regresa a España y se incorpora como química en varias empresas donde va a trabajar en tareas de traducción y archivo. Una labor que sirve de preámbulo de la disciplina académica de Información y Documentación, que ella contribuirá a conformar como disciplina académica.
Cuatro años más tarde, Emilia va de nuevo a Alemania a trabajar en documentación de patentes. Regresa a España, y en 1970 abandona la empresa privada para ingresar en la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Madrid y dirigir el Gabinete de Documentación Científica.
Pionera en la documentación científica
Emilia Currás fue pionera en la responsabilidad del estatuto profesional de los documentalistas en España. Era consciente de que había muy pocos profesionales de la Información y la Documentación y quiso traer a España el modelo asociativo de sus compañeros profesionales alemanes. Se convirtió así en impulsora del asociacionismo en la profesión y empezó a gestar un colectivo de profesionales de la documentación y sociedades sobre Archivística, Biblioteconomía, Documentación y Museología.
Además, la investigadora siempre mantuvo gran vinculación profesional en el extranjero, siendo nuestra embajadora científica de la Organización del Conocimiento y promotora de la Sociedad Internacional para la Organización del Conocimiento. También pertenecía a otras muchas organizaciones internacionales sobre Información y Documentación y recibió numerosos premios y condecoraciones en reconocimiento a su carrera académica e investigadora.
La trayectoria de Currás es extensa, referente en el campo de la Información y la Documentación e introductora de los estudios de Documentación Científica en España. Su obra publicada es amplia y ha sido traducida al inglés, portugués, árabe y checo. Se estudian sus teorías sobre información y ciencias de la documentación, siendo su aportación teórica más notable la creación de la teoría del informacionismo.
El informacionismo plantea una nueva epistemología basada en la teoría de las redes neuronales de la información documental. Así, entiende la información como una cosmovisión y una energía que fluye desde la más alta abstracción hasta el dato más inmediato y aplicable.
Investigadora y poeta
Las inquietudes y profesionales de Currás fueron muchas, pero su personalidad no se agota en el ámbito científico, sino que incursiona en el poético. Su poesía es expresión literaria del sentimiento, fundamentalmente, amoroso que ella siente como presencia, e incluso ausencia.
En su poesía, la autora plasma su transcurso vital y poético, en el que deja traslucir con frecuencia tristeza. Su poesía abarca la belleza en unos poemas llenos de musicalidad, sinceridad, análisis y pensamiento. Deja una obra poética con numerosos libros publicados durante el último período de su vida.
Emilia Currás fue científica y escritora. Su prolífica actividad nos describe a una mujer incansable, su legado es extraordinario con una notable producción científica. Contribuyó a la internacionalización de la ciencia, a la creación de organizaciones científicas y capacitación de profesionales de la información. Nunca interiorizó la jubilación laboral. Solo la jubiló una fractura de cadera cinco años antes de 2020, año en que fallece por la covid-19.
Científica de referencia, relevante inspiración y personalidad innovadora, supo compartir su trabajo, anhelos, inquietudes y magisterio no solo teórico. Cierra su biografía en el anhelo de expresar en el arte aquello que con el lenguaje de la ciencia no alcanzó a enunciar.
El legado de Currás no ha de caer en el olvido. Durante siglos las mujeres brillantes fueron olvidadas. Los grandes logros científicos y tecnológicos y su reconocimiento han recaído sobre los colegas varones, a pesar de que las tareas científicas están desarrolladas ya hoy, con un porcentaje muy elevado, por mujeres. Las mujeres científicas nos ayudan a conocer el mundo, y es tarea nuestra no dejar que el olvido se lleve su labor.
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