#TeslaTakedown | Golpear donde duele: la billetera de Musk 

En apenas unos días, más de 100 protestas han tenido lugar en concesionarios de Tesla y el mapa de convocatorias sigue sumando puntos en ciudades como Barcelona, Lisboa y Londres

“Vende tus Teslas. Deshazte de tus acciones. Detén a Musk ahora”. La consigna de la campaña global #TeslaTakedown ha prendido la mecha de una revuelta sin precedentes contra el multimillonario y su imperio. Desde hace una semana, miles de manifestantes han tomado los concesionarios de Tesla en Estados Unidos y el movimiento se ha extendido a Europa y otros continentes. Su objetivo es claro: asestar un golpe directo a la fortuna de Elon Musk y su influencia política. Y el impacto ya se hace notar: las acciones de Tesla han caído un 8% en una sola mañana, evaporando 70.000 millones de dólares en valor bursátil.

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La estrategia no es casual. El grueso de la riqueza de Musk depende de la cotización de Tesla, donde posee alrededor del 13% de las acciones. Un desplome de ventas en mercados clave como Norteamérica y Europa no solo afectaría a los accionistas, sino que podría acelerar el desmoronamiento de su posición de poder. Los organizadores de la campaña lo tienen claro: “Un colapso de las ventas en Norteamérica sería un desastre para los accionistas de Tesla, empezando por el propio Musk”.

Un magnate al servicio de la extrema derecha

Musk ha dejado de ser solo el excéntrico CEO de Tesla y SpaceX para convertirse en un aliado clave del neofascismo global. Su cercanía con Donald Trump y su apoyo a movimientos de extrema derecha en Europa han puesto en alerta a activistas y organizaciones que llevan años denunciando su creciente influencia. No es solo un problema de coches eléctricos: es un problema de poder, dinero e ideología ultraconservadora.

El detonante del movimiento fue un mensaje en la red social Bluesky de la socióloga Joan Donovan, que convocó un “piquete internacional” contra Tesla. La idea fue recogida por el cineasta Alex Winter, conocido por sus documentales sobre la manipulación digital y la extrema derecha en Silicon Valley. Winter contactó con activistas de todo el mundo, creó una base de datos y una red de apoyo que ha hecho que el movimiento crezca de manera exponencial. En apenas unos días, más de 100 protestas han tenido lugar en concesionarios de Tesla y el mapa de convocatorias sigue sumando puntos en ciudades como Barcelona, Lisboa y Londres.

Las cifras lo confirman: Tesla está perdiendo la batalla

La caída de las acciones de Tesla no es un fenómeno aislado. Las ventas en Europa han caído un 45% en enero, con solo 9.900 unidades vendidas en todo el continente. Mientras tanto, el mercado de coches eléctricos sigue en auge, con un crecimiento del 37% en el mismo período. La caída de Tesla no se debe a una crisis del sector, sino a la propia deriva política y empresarial de su dueño.

Musk ha apostado todo a la radicalización y al choque con gobiernos e instituciones. Su defensa de políticas ultraconservadoras, su apoyo a líderes como Trump y su agresiva campaña contra el periodismo crítico han erosionado la confianza de los consumidores en su marca. Tesla ya no es sinónimo de innovación, sino de un culto a la personalidad de un multimillonario que juega con la política como si fuera un tablero de ajedrez.

Pero el movimiento #TeslaTakedown no se conforma con ver caer las cifras de ventas y acciones. El próximo 1 de marzo se planea una protesta masiva y descentralizada en múltiples países. El objetivo es consolidar el golpe y hacer que la caída de Tesla se convierta en un punto de inflexión para frenar la influencia de Musk y sus aliados políticos. La burbuja de su imperio está a punto de estallar. Y esta vez, la aguja la sostiene la ciudadanía organizada.