El 24 de febrero cumple 184 años y sin embargo Rosalía de Castro, a diferencia de cualquier otro escritor de su tiempo, está más viva en la sociedad gallega que nunca. Su popularidad no deja de crecer. En la academia o en la calle, en la escuela o en las instituciones, sus grandes perfiles literarios e intelectuales no cesan de actualizarse ni de estar vigentes.
Emblema y referente: ¿Por qué?
A ella se le atribuye la publicación del primer libro impreso de envergadura escrito íntegramente en gallego. Con Cantares gallegos (1863), Rosalía marca el punto de inflexión para el auge del denominado Rexurdimento, un proceso clave en lo literario, pero también en lo social y político. Ella enarbolaba así la bandera de la dignidad para Galicia, para su pueblo y para su cultura, y en especial para su idioma.
Pero la imagen de Rosalía fue evolucionando a través del tiempo, tanto a nivel académico como en su proyección social: de romántica tardía a pionera, de santa a rebelde y contestataria. También el conocimiento y la interpretación de su biografía se liberó y sigue liberándose de la losa de los prejuicios que acompañan a toda mujer, a toda mujer escritora y a toda mujer escritora en gallego. Nada lo ilustra mejor que la revisión de su imagen en clave Andy Warhol realizada por la marca de ropa Rei Zentolo, y que la ha convertido en auténtico icono de la Galicia contemporánea.
Su Casa Museo en A Matanza (Padrón) es un punto caliente de la cartografía cultural de Galicia. Adquirida y rehabilitada por suscripción popular en pleno franquismo, es un reflejo de la pasión que Rosalía de Castro suscitó a lo largo de la historia. Pero, sobre todo, la potencia de su proyección social y del renovado interés que permanentemente suscita está en su dilatada y compleja obra como escritora profesional, en verso o en prosa, en gallego o castellano.
Pensamiento crítico y feminismo
El uso que del folclore hace en la citada Cantares gallegos resulta una práctica estratégica. Bajo una apariencia costumbrista y de literatura menor, Rosalía dispara todo su pensamiento crítico, que después desarrollará en el conjunto de su obra. El retrato de la épica nacional gallega de la emigración, tanto a Castilla como a América, resulta aún hoy imborrable. Como lo es la permanente denuncia social contra el clasismo o la exclusión, principalmente de las mujeres, y lejos del idealismo que a veces ejercía la literatura popular.
Ya en “Lieders”, un pequeño texto de 1858, todo un manifiesto, Rosalía defendía la independencia, la libertad y la igualdad como principios básicos de su pensamiento y de su feminismo:
“Sólo cantos de independencia y libertad han balbucido mis labios, aunque alrededor hubiese sentido, desde la cuna ya, el ruido de las cadenas que debían aprisionarme para siempre, porque el patrimonio de la mujer son los grillos de la esclavitud.
Yo, sin embargo, soy libre, libre como los pájaros, como las brisas; como los árabes en el desierto y el pirata en el mar”.
“Las literatas” (1865) es otra referencia diáfana en este sentido, dado que afecta a la posición de la mujer escritora, considerada una auténtica intrusa durante por lo menos el siglo XIX. Pero lo es también toda su obra, especialmente El caballero de las botas azules (1867), avanzada novela de su tiempo, y más diáfanamente en Follas novas (1880), poemario en el que nuestra autora retrató la épica de las mujeres pobres, excluidas y abandonadas, “viúdas de vivos e mortos / que ninguén consolará”.
La clave de Rosalía en este sentido consiste en poner sus ojos en Penélope y no en Ulises; en Fausto no: en Margarita. Con todo, es necesario precisar que poemas como “A xusticia pola man” o “Miña casiña, meu lar” hablan del protagonismo literario y político de la mujer en cuanto sujeto revolucionario en un caso y protagonista de la épica de resistencia de los humildes en la otra.
No es menor la visión contemporánea que la autora tiene del paisaje, ni el ecologismo pionero que Rosalía desarrolla en algunos poemas emblemáticos de En las orillas del Sar (1884) contra la destrucción del patrimonio vegetal: “Los robles” y “Jamás lo olvidaré”. Tampoco lo es, desde luego, su original y compleja poética del yo, del dolor y de la soledad, que ha dado frutos líricos tan reconocidos y emblemáticos, lejos de etiquetas convencionales o consabidas, como “Negra sombra”.
Mucho que celebrar
El Día de Rosalía nació hace poco más de una década, desde abajo, como casi todo lo que con ella se relaciona. La conmemoración de los 150 años de Cantares gallegos (2013) abrió definitivamente el camino. Ahora cada año que pasa se multiplican los actos que lo conmemoran, hasta el punto de convertirlo en una fiesta nacional y democrática de Galicia, con cierto carácter alternativo: las iniciativas son variadas; los recursos que se habilitan, múltiples.
No hay guión ni mapa para celebrarlo. Se hace en el mundo escolar y en todo el tejido asociativo, tanto en las esferas institucionales como a nivel popular. Y todo ello, y en las actuales circunstancias casi preceptivamente, sobre todo a través de las nuevas tecnologías.
Alrededor de Rosalía además se vino gestando desde hace mucho tiempo un importante caudal de arte, poesía, diseño y especialmente música, por lo que desde el canto coral o el lírico, con las versiones de cantautores o con las hechas desde el rock, sea con rap o jazz, es fácil incorporar música y creatividad a las celebraciones.
La Asociación de Escritores e Escritoras en Lingua Galega invita a regalar un libro y una flor, mientras que la Fundación que lleva su nombre llama a elaborar el “Caldo de gloria”, plato de los humildes que Rosalía convierte en épica doméstica, diaria e invisible, protagonizada, cómo no, por una mujer.
Se anima también a interpretar la “Alborada”, música popular de gaita a la que nuestra autora puso, en ejercicio experimental, una letra. Su simbolismo, muy aplicable a este nuestro tiempo, desborda alegría y esperanza. Se acaba la noche, sus terrores y sus miedos. Saludemos el nuevo día porque con el comienza una nueva época de posibilidades: “¡Arriba todas, rapaciñas do lugar!”.
En otras literaturas son hombres los que soportan el título de “escritor nacional”. En Galicia lo es una mujer, porque con ella nació un horizonte de esperanza y dignidad para el pueblo, para su cultura y su lengua. Y todo ello a partir de las ideas sobre la mujer y el mundo que ya tenía muy claras con 21 años: libertad, independencia e igualdad.
Por eso, después de 184 años, Rosalía está más viva que nunca.
Anxo Angueira Viturro no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
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