25 Sep 2024

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Juan Carlos I publicará sus memorias en 2025 en Francia porque sostiene que le están “robando su historia”. ¿Hablamos de robos?
DESTACADA, POLÍTICA ESTATAL

Juan Carlos I publicará sus memorias en 2025 en Francia porque sostiene que le están “robando su historia”. ¿Hablamos de robos? 

Juan Carlos I, el rey que se enriqueció a costa de todas y todos, y que ahora quiere reescribir su historia

Es difícil no sentir una profunda indignación al leer que Juan Carlos I, el monarca que durante años fue el emblema de una supuesta “transición ejemplar”, ahora pretende contar su versión de los hechos. El mismo rey emérito que huyó de España en medio de escándalos financieros, el que se enriqueció obscenamente a través de favores, comisiones y regalos millonarios de las más cuestionables procedencias, ahora nos dice que le están robando “su historia”. ¿Hablamos de robos? Porque si hay alguien que ha sabido robar durante décadas, ese es él.

UNA FORTUNA A SOMBRA DE LOS PALACIOS Y LOS PETRODÓLARES

Juan Carlos I se ha dedicado a vivir a expensas de quienes debía representar, mientras acumulaba una fortuna inmensa en paraísos fiscales y cuentas secretas. En 2008, recibió 100 millones de dólares del rey de Arabia Saudí en una cuenta suiza. Un hecho que se mantuvo en secreto durante años y que solo salió a la luz cuando su propia codicia lo traicionó. Esta fortuna, lejos de ser un acto aislado, es parte de un patrón de comportamiento en el que Juan Carlos I se ha movido entre la opacidad, la impunidad y los favores reales que le han permitido amasar un patrimonio desmesurado.

Es cierto que algunos querrán recordar su intervención en el golpe de Estado del 23F como su gran momento. Y sin embargo, ¿qué vale esa intervención frente a una vida de enriquecimiento ilícito, de traiciones a la confianza pública y de abuso descarado del poder? Porque mientras la ciudadanía veía en él al salvador de la democracia, Juan Carlos tejía en las sombras una red de intereses personales y económicos que no dudó en explotar en su beneficio.

Transferencias millonarias, como la de 65 millones de euros a su amiga Corinna Larsen en 2012, son solo una muestra del desparpajo con el que operaba. Pero lo más insultante es que, tras haber recibido estas cantidades desorbitadas de dinero, Juan Carlos se atreve a sugerir que sus memorias revelarán “errores” y “malas decisiones”. ¿Errores? Estos no son errores, son delitos. Y no fue una mala decisión, sino una serie de actos deliberados de corrupción y abuso de poder.

EL SILENCIO CÓMPLICE DE LAS INSTITUCIONES

Lo más doloroso en este relato no es solo la desfachatez de Juan Carlos I al querer “reconciliarse” con su historia. Lo que verdaderamente indigna es cómo las instituciones españolas le han permitido escapar de cualquier responsabilidad. La Fiscalía del Tribunal Supremo archivó la investigación sobre sus irregularidades fiscales en 2022, tras descubrir que utilizó tarjetas bancarias vinculadas a cuentas de terceros y no declaradas a Hacienda. En lugar de juzgarle como a cualquier otra persona, se le permitió regularizar su situación fiscal en 2020, evitando así consecuencias legales.

¿Cómo es posible que un ciudadano cualquiera pueda ser perseguido por la Agencia Tributaria por una mínima irregularidad, mientras que el exjefe del Estado pueda saldar su deuda con el fisco de la noche a la mañana, sin siquiera enfrentarse a un juicio? Esta es la verdadera vergüenza: no solo los actos de Juan Carlos I, sino el entramado de complicidad institucional que ha permitido que siga navegando en las aguas de la impunidad.

Las comisiones que recibió por su mediación en el contrato del AVE en Arabia Saudí, las donaciones millonarias, las cuentas en Suiza, las conexiones con corruptos y dictadores… Todo esto no ha sido suficiente para que el Estado español actúe con la firmeza que demanda la ciudadanía. Las mismas instituciones que deberían haber actuado como guardianes de la justicia y la transparencia han optado por el silencio, por la protección del antiguo monarca y por no permitir que se destapen todas las vergüenzas de una monarquía que ha sido todo menos ejemplar.

HUÍDA A ABU DABI Y EL FINGIMIENTO DE LA “RECONCILIACIÓN”

En 2020, cuando las investigaciones por sus fondos no declarados comenzaron a apretar, Juan Carlos I hizo lo que cualquier déspota haría: huir. Se refugió en Abu Dabi, un destino que refleja a la perfección la clase de compañías que le rodean. Es irónico que, tras pasar años codeándose con las monarquías más autoritarias y corruptas del mundo, ahora quiera presentarse como un hombre arrepentido, dispuesto a “reconciliarse” con su pasado. Juan Carlos no se marchó a Abu Dabi por casualidad. Se fue para escapar de la justicia y seguir disfrutando de la vida lujosa que construyó a base de robos.

Y ahora, desde su exilio dorado, nos quiere vender sus memorias. Publicará en Francia, no en España, porque sabe que aquí la opinión pública no toleraría semejante ofensa. Su libro, titulado Reconciliación, es un intento patético de lavar su imagen, de convertir su legado en algo más que un amasijo de tramas corruptas y relaciones turbias. Habla de “confesar antes que mentir”, pero Juan Carlos ha pasado toda su vida mintiendo, no solo a su familia, sino a todo un país. Sus confesiones no redimen una vida de abusos ni devuelven lo robado.

UN FINAL INDECOROSO PARA UNA VIDA SIN CONSECUENCIAS

Juan Carlos I volverá a España de vez en cuando, no para rendir cuentas, sino para navegar en regatas de lujo y compartir momentos con su selecto grupo de amigos. Mientras tanto, el pueblo sigue soportando el peso de una monarquía que ha sido intocable durante demasiado tiempo. El hecho de que pueda seguir navegando, escribiendo sus memorias y disfrutando de una vida de privilegios sin enfrentarse a la justicia es un recordatorio constante de cómo las instituciones le han fallado a la ciudadanía.

¿Nos habla de robos? Juan Carlos, tú eres quien ha robado la dignidad de las instituciones y la confianza de tu pueblo. Que disfrutes de tu vida en Abu Dabi, porque aquí, lo único que queda es el recuerdo amargo de una figura que se enriqueció a manos llenas y jamás respondió por ello.

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