El renombrado intelectual Noam Chomsky ha dedicado gran parte de su carrera a analizar las relaciones internacionales y, en particular, la compleja relación entre Estados Unidos e Israel. Según Chomsky, esta relación no se basa únicamente en lazos religiosos o culturales, sino que tiene raíces profundas en la geopolítica y en la estrategia de poder global.
El potencial militar, tecnológico y de inteligencia de Israel ha sido valorado y potenciado por EE.UU., convirtiéndolo en una pieza clave en su tablero geopolítico.
El año 1967 fue un punto de inflexión en esta relación. Durante la Guerra de los Seis Días, Israel no solo demostró su superioridad militar, sino que también sirvió directamente a los intereses geoestratégicos de Estados Unidos al contrarrestar el auge del nacionalismo árabe secular, que amenazaba la hegemonía occidental en la región. Esta acción solidificó la percepción de Israel como un aliado indispensable para los intereses estadounidenses.
Sin embargo, esta alianza ha tenido un coste. Mientras que las capacidades militares de Israel y su alineación con los intereses occidentales han sido celebradas y potenciadas, la situación del pueblo palestino ha quedado relegada a un segundo plano. La problemática de los refugiados palestinos, una de las crisis humanitarias más prolongadas del siglo XX y XXI, ha sido a menudo minimizada o ignorada por las políticas estadounidenses. Aunque algunos sectores han expresado su preocupación por la situación palestina, la admiración por Israel y sus capacidades ha eclipsado esta cuestión.
Chomsky nos invita a mirar más allá de la narrativa oficial y a cuestionar los verdaderos intereses detrás de esta alianza. Nos insta a no aceptar la versión simplificada de los hechos y a entender las dinámicas de poder que han moldeado décadas de política en el Medio Oriente. Es esencial, según Chomsky, desentrañar las verdaderas motivaciones de esta “guerra” y reconocer las voces que han sido silenciadas en el proceso.
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