La nueva ley para reducir la interinidad en el sector público ha entrado en vigor en diciembre de 2021 con el objetivo de limitar la temporalidad al 8%.
Prácticamente la mayoría de los trabajadores de la sanidad pública en España no cuentan con un contrato fijo. El punto llega a la cifra de que, según el Boletín Estadístico del personal al servicio de las Administraciones Públicas a enero de 2022, solo el 47,2% son funcionarios de carrera, el 43,7% son interinos, el 6% se engloba en el apartado de “otro personal”, donde se incluyen a los trabajadores en formación, y el 3,2% es personal laboral, donde un tercio son temporales.
Sin embargo, y tras la legislación gubernamental actualmente las Comunidades Autónomas deberían llevar a cabo un nuevo concurso para fijar plazas ocupadas por temporales o interinos en un proceso que se extenderá hasta 2024.
No obstante, por el momento, «se mantiene la misma temporalidad que hasta ahora», según el presidente del sector hospitalario público del sindicato Amyts, Javier Ortega para elDiario.es, medio que destaca que «han realizado procesos de oposiciones contados, de modo que ahora deben llevar a cabo un nuevo concurso extraordinario para fijar plazas que lleven años ocupadas por temporales o interinos».
La normativa refleja que aquellos puestos ocupados de forma ininterrumpida desde antes del 1 de enero de 2016 puedan ser convocados por las administraciones por el sistema de concurso, esto es, sin examen y valorando solo los méritos de los candidatos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ante esto señala que España tiene problemas en su sistema sanitario, y uno de los principales desafíos es mejorar las condiciones de trabajo de los profesionales de la salud.
Según Tomás Zapata, asesor regional de recursos humanos en salud de la OMS en Europa, en una entrevista para EFE, ha declarado que los trabajadores sanitarios españoles han estado expuestos a una gran carga de trabajo y alto estrés durante la pandemia, lo que ha llevado a un cansancio y una sensación de quemazón, que viene acrecentada por esta situación laboral.
“Durante la pandemia, los trabajadores han estado expuestos a unos niveles altos de carga de trabajo, alto estrés, ansiedad (…) Ahora hay una sensación de cansancio, de quemazón y al mismo tiempo de ver que las condiciones de trabajo en muchos países de Europa no son como deberían ser en cuanto a carga, flexibilidad laboral y conciliación”, explica.
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